Con sólo una mirada
Calles desiertas. Asfalto mojado por la lluvia que apenas unos minutos antes
azotaba la ciudad. La luz de una farola titila unos segundos, sumiendo la calle
en una oscuridad intermitente. El taconeo apresurado de unos zapatos resuena a
lo lejos. El eco convirtiendo los pasos de una mujer en los de varias. Alicia sabe muy bien lo que le espera al
llegar a casa, y no quiere entretenerse más. La reunión del trabajo se ha
alargado más de lo que ella esperaba y no quiere hacer esperar a su marido. Un
rápido vistazo a su reloj le confirma lo que ya sospechaba. Es muy tarde,
demasiado. Rubén estará muy preocupado. El móvil se ha quedado sin batería
durante la reunión y ni siquiera ha podido enviarle un mensaje de aviso. Con la
cabeza gacha y sus pensamientos dispersos, no se da cuenta de la irregularidad
del camino y uno de los tacones queda enganchado en la acera. Un momento estaba
de pie, caminando apresuradamente, al otro ha perdido el equilibrio y alguien
la sujeta en sus brazos.
***
Una noche gris,
piensa Felipe con amargura, al cerrar la librería tras de sí. El lugar en que
está situado su local, no es el mejor de la ciudad, por lo que el hecho de que
la mitad de las farolas no funcionen no es el principal problema. Gracias a
Dios, la luna está casi llena esta noche y su luz basta para iluminar la calle
silenciosa. Sin embargo, el efecto de la luna hace que todo luzca un tono
grisáceo. La carretera mal asfaltada, la acera, las casas y locales de su
alrededor, el cielo encapotado… Guarda las llaves en el bolsillo de sus
pantalones y emprende el trayecto de vuelta l apartamento vacío. Normalmente
suele irse a casa mucho antes, pero hoy era día de inventario y al estar el
solo frente a una cantidad excesiva de libros, no ha podido evitar que se le
hiciera de noche.
Cruza un par de calles solitarias en
las que el silencio es casi absoluto. En esa zona de la ciudad no abunda el
tráfico, por lo que está empezando a disfrutar verdaderamente de la paz que
destila el ambiente cuando escucha unos pasos a lo lejos. Provienen del otro
extremo de la calle. Unos segundos más tarde comprueba que se trata de una
mujer que camina deprisa en su dirección. Parece absorta en sus pensamientos,
y así debe de ser, puesto que al llegar
más o menos a su altura, tropieza con los tacones. En un acto reflejo, Felipe
se ve a sí mismo impulsado hacia delante para recogerla antes de que caiga. La
mujer levanta la vista hacia él, todavía firmemente amarrada entre sus brazos,
y entonces sucede.
***
Ambos se ven a sí mismos reflejados
en los ojos del extraño que tienen ante sí. No importa ni lo recordarán nunca
seguramente, el color o la forma de los ojos, sino el mensaje que se
transmiten, la conexión que se forma entre ellos en un instante tan efímero
como maravilloso.
Por algún motivo que desconoce,
Alicia se siente de pronto liberada de toda carga, libre para ser como ella
quiera ser. Y lo que es más importante, allí, abrazada por un hombre al que no conoce, se siente más segura que
nunca.
Felipe no entiende cómo ha acabado
abrazando a una mujer extraña, totalmente desconocida. Pero algo en la forma en
que ella se amarra a su cuerpo o cómo sus brazos parecen saber exactamente como
amoldarse a ella, le hace sentir como si hubiera estado añorando algo que nunca
había tenido. Y ahora ese vacío esta completo.
Tan solo un instante, no más largo
que el latido simultáneo de dos corazones, pero capaz de transportarlos a ambos
a una nueva dimensión, en la que todo es posible. Tantos sentimientos, tanta
emoción contenida, con solo mirarse a los ojos.
Pero la fuerza gravedad de la Tierra
es fuerte y no se puede ignorar, de modo que deben bajar de ese nuevo universo
que el cruce de sus miradas había creado. La Tierra los arrastra contra sí y de
un momento para otro la realidad ha vuelto. Unos momentos de desconcierto se
instalan entre ambos. Él suelta su amarre y ella se aleja un paso, dando un
pequeño traspié.
Una disculpa apenas murmurada escapa
de los labios de Alicia, su marido ha regresado a su mente y las prisas
olvidadas regresan. Sacude la cabeza para apartar la idea que se está formando
en su cabeza. ¿Por qué se siente tan comprendida por un hombre que no la
conoce?
Felipe responde con un leve
asentimiento de cabeza y la mirada turbada todavía. Ni siquiera sabe su nombre
o dónde vive. En realidad no sabe absolutamente nada sobre ella, pero tiene la
certeza de que si ella le pidiera que
escaparan juntos, él la seguiría sin hacer preguntas.
Sin embargo ni ella ni él abren la
boca. El momento pasa, el tren se va. Sin intercambiar más palabras, ambos
retoman de nuevo su camino, de vuelta a sus respectivas vidas.
*************************************************************************
Bueno, con esta cursilada empalagosa doy comienzo a la nueva sección de nuestro blog: "Corazón de tinta", donde Alice y yo subirmeos nuestras reflexiones y relatos.
Sin más decir, espero que os haya gustado :)
Me ha encantado la forma en cómo está escrita, cómo es posible que una persona que no conozcamos sea capaz de transmitirnos tanto eh, misterios de la vida :)
ResponderEliminar¡Un beso muy muy muuy grande! <3
Muchas gracias, me alegra que te guste ;)
EliminarBueno, conozco esa sensación... Es algo así como lo que me pasa cuando paso por tu blog :P
Besoooooos ^^